21/11/16

El gigante enterrado, de Kazuo Ishiguro

No quiero ser como las contraportadas de Anagrama en las que se desvela parte del misterio de la novela, así que, si no queréis pistas sobre la novela no sigáis leyendo. A mi me ha parecido una novela magnífica tanto en su aspecto de novela de género fantástico como en su construcción recreando el estilo de Malory y su ciclo artúrico (o la recreación de la recreación de Mallory que hizo Steinbeck). 
De todas formas estoy dividido ante la novela de Ishiguro. Por una parte he disfrutado mucho leyéndola. Por otra debo despojarme de mis prejuicios ante la novela de género: ¿Es una novela menor por ser fantástica, de fácil lectura y no pretender ser Alta Literatura (sea lo que sea eso)? Creo que bajo su apariencia de divertimento, de su pertenencia a un género al que todavía se considera menor, de poder calificarla en algunos aspectos de comercial, Ishiguro no traiciona lo que podríamos llamar principios de su narrativa.
Así que recomiendo enfebrecidamente su lectura.
Sigamos... o no.


Después de lograr la paz a través de la guerra, el rey Arturo se vio en el dilema de todos los soldados en tiempos de quietud. No podía desbandar a sus caballeros en un mundo donde la violencia dormía un sueño inquieto. Y por otra parte, es difícil, cuando no imposible, preservar la fuerza y el temple de los hombres de armas si no utilizan las armas, pues nada se herrumbra con tanta prontitud como una espada en desuso o un soldado ocioso.(...) Así aprendió Arturo la lección que todos los caudillos aprenden con perplejidad: que la paz, y no la guerra, es la que destruye a los hombres; la tranquilidad, y no el peligro, la madre de la cobardía; la opulencia, y no la necesidad, la que acarrea aprensiones e inquietud. El rey descubrió que la anhelada paz, lograda a un precio tan amargo, engendraba más amarguras que la angustia padecida para alcanzarla. El rey Arturo veía con aprensión cómo los jóvenes caballeros, en principio destinados al ejercicio de la guerra, agotaban sus fuerzas en el cieno del lamento, la confusión y la autocompasión, condenando los viejos tiempos sin haber creado nada para reemplazarlos.

John Steinbeck; Los hechos del rey Arturo y sus nobles caballeros. (Traducción de Carlos Guardini para Edhasa)


Y, antes de terminar la frase, abre la cajita. Pero allí no había absolutamente nada: ni rastro de belleza; al contrario, tan sólo había un sopor infernal, el auténtico sueño del Estigio, que invadió a Psique en cuanto se levantó la tapa, envolvió todos sus miembros en una densa nebulosa soporífera y la hizo desplomarse en plena marcha.Yacía en el inerte suelo; estaba tan dormida como un cadáver.
Apuleyo, El asno de oro. Psique y Cupido.


Un anciano barquero de imponentefigura, se acercaba remando vigoroso,y cual golpea el látigo furioso,restallaba su voz, dura, inclemente:
—¡Ay de vosotras, almas pecadoras,nunca esperéis volver a ver el cielo!Vengo a llevaros a la otra ribera,donde no existe el día ni las horas,a las tinieblas, al calor, al hielo.Tal es la eternidad que allá os espera.

Dante, Divina Comedia; Canto III, La Puerta de la Muerte.


Dice la tradición órfica que una vez traspasadas las puertas de Hades, tras pagar tu óbolo al barquero, no debes beber las aguas del Leteo, el río del olvido. Debes aguantar la sed que te domina hasta llegar cerca del palacio del dios del inframundo y beber de una fuente junto a un avellano, símbolo de sabiduría. Así conservarás intacta tu memoria y podrás acceder a los Campos Elíseos... o algo así.
El barquero siempre conserva intacta su memoria. El barquero es el único narrador posible de la novela de Ishiguro, eso lo entendemos al final. Pero el barquero es un tramposo, nos engaña y siempre, siempre, pide algo a cambio.
La memoria es fundamental en toda la narrativa de Ishiguro. La memoria y el solipsismo. Sus novelas suelen estar narradas en primera persona por una suerte de narrador infidente que constituye nuestra única fuente de información. En las novelas de Ishiguro la incertidumbre y la inconsistencia de la memoria es fundamental. 
En El gigante enterrado nos enfrentamos a una nueva perspectiva de este aspecto recurrente en Ishiguro. Aquí todos los personajes son incapaces de recordar. Toda una región está sumergida en una bruma de olvido que si bien no les permite recordar como han llegado a esa situación si que les permite crear pequeñas comunidades en las que se vive en una relativa paz comunal.
¿Cuál es el truco del barquero, el único narrador posible de la novela y, como narrador de Ishiguro, infidente? ¿Qué nos pide a cambio de llevarnos hasta la otra orilla al final de la novela? En primer lugar que le creamos mientras nos cuenta la historia. En segundo lugar que digamos que su historia es una buena historia.
Bien no lo es y sí lo es.
Tal vez toda la narrativa de Ishiguro sea como la trampa mentirosa del barquero.
Disfrutas con la historia pero no encuentras nada al llegar al otro lado.

5 comentarios:

Juan Carlos dijo...

Pues está reseña tuya, creo que, por fin, me va a dar el empujón definitivo para leer algo de Ishiguro. ¿Tecquieres creer que no he leído aún nada suyo? La verdad es que lo mío no tiene un pase.
Muchas gracias por esas citas de Apuleyo, Steinbeck y Dante porque permitirán -imagino- entender mucho mejor está novela que tan bien has reseñado.
Un fuerte abrazo

Unknown dijo...

Mi consejo es que no empieces por ėsta porque, probablemente es la que más perplejo te va a dejar. Yo sugiero Lo que queda del día o Nunca me abandones.

Portnoy dijo...

Sigue el consejo de Elia, Juan Carlos. Hay novelas que requieren cierta complicidad con el autor, con su forma de enfocar las cosas a los largo de su carrera. Esta es una de ellas. Aunque se pueda leer independientemente es más satisfactoria su lectura conociendo ciertas claves.
Un saludo a los dos y gracias por vuestros comentarios.

Anónimo dijo...

Traductores creativos de la Comedia.

Antonio dijo...

Javier, has dado en el clavo en tu crítica a este libro, está a medio cocer, en la forma y en el contenido, esperaba más de él. Poco profundo y volátil en sus descripciones.