17/2/18

Residuos, de Tom McCarthy


Me dirigí de nuevo a la escalera que bajaba, pero antes de llegar vi que estaban revisando los escalones. Crees que la escalera eléctrica es un único objeto, una banda cerrada en movimiento, pero de hecho está compuesta por un montón de escalones individuales entretejidos en un sistema armónico. Articulados. Estos en particular habían sido des-articulados y estaban regados por el suelo en un área delimitada de la planta superior. Parecían indefensos, como peces varados. Los miré fijamente mientras pasaba a su lado.


De la misma forma, solemos creer que la memoria es un único objeto, una banda que se extiende ordenada cronológicamente. Pero el narrador en primera persona de Residuos ha sufrido un accidente que le ha dejado sin recuerdos, sin constancia de sí mismo, ha pasado cinco años recuperando su movilidad, de forma que tiene que pensar cada movimiento que hace, debe reescribirse a sí mismo. La narración se inicia cuando le comunican que finalmente recibirá una desmedida y multimillonaria indemnización a causa del accidente.
Con ese dinero crea una organización que le permite recrear de forma realista y milimétrica acontecimientos que recuerda sin ningún tipo de contexto, para, en principio, intentar recuperar su pasado.
Es decir, intenta ubicar en su posición correcta esas imágenes del pasado “desarticuladas” del conjunto. Las cosas, por supuesto, acaban perdiendo su sentido inicial y desbocándose, al tiempo que asistimos a la transformación del personaje-narrador.
La historia que cuenta, y cómo la cuenta, es sencillamente fascinante.

La gente nunca se detiene a pensar en estos datos cuando ven programas policíacos o de guerra en la televisión. La gente da demasiadas cosas por sentado. Cada vez que un arma es disparada entra en juego toda la historia de la ingeniería. También de la política: la guerra, el asesinato, la revolución, el terror. Las armas no son solo los accesorios y agentes de la historia: son la historia misma rotando futuros alternos en su recámara, lanzando el presente desde su cañón, desechando los cartuchos vacíos del pasado.

Lo más interesante de Residuos es que funciona como una anti-novela de la narrativa mainstream. El anti-ejemplo sería la narrativa de Paul Auster en la que el azar juega un papel importante, creando una serie de situaciones que, por muy inverosímiles que sean en principio, conforman una narración consecuente que avanza hacia una conclusión. McCarthy se opone radicalmente a esta tendencia. Los acontecimientos que narra no son azarosos, surgen del capricho, o la voluntad, de su narrador, empecinado en recrear a la perfección destellos de recuerdos, residuos de su pasado, cuyo objetivo no es ninguno más que la propia recreación. Es decir, la falsedad, la copia, la imitación no como objetivo final, sino como objeto de la propia realidad, como si nos quisiera decir que solo somos capaces de aprehender nuestra existencia pasada a través de espurias imágenes sin valor fuera de nuestra cabeza. El narrador tiene el poder, económico, organizativo, de re-crear esos residuos, de transformar la imagen falseada en una nueva realidad consistente, mediante un entramado que de nuevo recurre a la ficción y a la interpretación actoral para mostrarse en su plena realidad.
Todos esos acontecimientos que parten del deseo y la capacidad de ser (re)creados y no del azar o de la consecuencia narrativa de muchas novelas, lo cual deja de manifiesto la presencia del autor, es decir, de su entramado narrativo, conducen al personaje-narrador a seguir unos pasos coherentes con su propio objetivo, el de crear Realidad. Para eso, narrativamente en el caso de una novela, consecuentemente en el proyecto del narrador de Residuos, hay que eliminar todo objeto que participe en la recreación y, al tiempo, crear una nueva Realidad dentro de su plan. En esos dos planos, como novela y como narración de unos hechos, Residuos rompe con toda regla preestablecida en la narrativa contemporánea al tiempo que muestra los límites de ese tipo de narrativa.
O bien todo es narración, asumida como falsedad establecida por cierto tipo de demiurgo complaciente, o bien hacemos ochos en el aire.

Reconstrucciones por todas partes. Miré hacia abajo a los imbricados campos cercados, y tuve una visión de toda la superficie de la Tierra acordonada, demarcada, partida en cuadrículas dentro de las cuales los patrones se duplican a sí mismos repitiéndose infinitamente.

Fragmentos de Remainder, Residuos, de Tom McCarthy; Traducción de Andrea Vidal Escabí para Ed. Lengua de Trapo.

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